martes, 30 de junio de 2009

Hacen falta más tribunas

“…Es muy poco de amor,
sólo una vez por semana…”

(de la canción “Paloma”, de Andrés Calamaro).

El fanatismo –como el amor, el odio, el capricho y cualquier otro sentimiento de alta intensidad– a veces va y viene, tiene picos y depresiones.

La pasión por el Albo es un sentimiento de alta intensidad. Más o menos igual de intenso que lo que un hincha de Boca sentirá por Boca, o que lo que un hincha de Gimnasia y Tiro de Salta sentirá por Gimnasia y Tiro de Salta.

Hay años en los que uno se encuentra algo más distante: va a la cancha, ve los partidos televisados, y no mucho más.

Hay otros años en los que uno se vuelve una especie de albo heroinómano e insomne merquero: necesita más y más All Boys, a toda hora, todos los días.

Ya no alcanza con ir a la cancha. La distancia de sábado a sábado parece casi como los cuatro años que hay entre un Mundial y otro.

El receso entre torneos es, en ese sentido, un momento durísimo. El síndrome de abstinencia causa espanto mental y dolor físico.

Uno empieza a rastrear cualquier veta que prometa el fluir de sangre blanca y negra: páginas de Internet, programas de radio, foros…

¿Cómo calmar esa ansiedad? ¡Traigan refuerzos! ¡Jueguen amistosos! ¡Hace falta más All Boys!

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