lunes, 3 de diciembre de 2012

Crack de estetoscopio

El recuerdo está lleno de borrones, como casi todos los recuerdos. All Boys rasca un empate 0-0 con Temperley, allá en el GBA austral, una tarde de sábado infinita, de esas que templaron a los hinchas del Albo durante décadas en la B Metropolitana.

Yo era apenas adolescente, estaba en la tribuna con mi viejo y con mis hermanos (que si yo era apenas adolescente, evidentemente eran apenas dos niñitos). Habíamos ido en auto desde Floresta hasta Temperley. Y pasó algo horrible: mi papá se sintió mal. Le dolió el pecho. Se sentó, pidió ayuda. Escribo y me emociono, lagrimeo.

Caos, miedo. La tribuna del Albo se movilizó, y el pedido de ayuda –no sé cómo– llegó hasta Daniel Tomasone, entonces médico del plantel de All Boys. En medio del partido, mientras la pelota iba y venía, el doctor Tomasone hizo el camino contrario del barrabrava: se trepó al alambrado para pasarse de la cancha a la tribuna. Era un alambrado alto, era un camino peligroso. Lo veo: trepa, trepa, llega hasta arriba, empieza a bajar, baja, llega, lo revisa a mi viejo, ahí nomás, al lado del paraavalancha, y lo manda al hospital ya mismo. Tengo la piel de gallina como la habré tenido esa vez.

Fuimos a un hospital, no recuerdo a cuál. Amílcar Battaglia, un hincha de All Boys que conocía desde chico a mi papá y que justo estaba cerca, en la tribuna, se subió al auto de mi viejo y nos llevó de regreso a casa a mis hermanos y a mí. Salió todo bien. 

Nunca más fuimos a la cancha de Temperley. Nunca más me olvidaré del doctor Tomasone trepando el alambrado para asistir a mi viejo.