domingo, 27 de junio de 2010

Nada fácil

Hay una frase jocosa que escuché algunas veces, y que integra el género de la Humorada Mediante la Comparación con la fórmula “más/ que”, de modo tal de aludir a la presunta inutilidad de alguien asociándole con un cenicero en una motocicleta, o de destacar la soledad de una persona equiparándola con la de Adán en el Día de la Madre. En fin, Héctor Larrea debe saber unos cuantos más.

Pero hay uno de estos refranes pícaros que nos incumbe especialmente. Lo oí por ahí hace años, volví a notarlo recientemente, y, en cierto modo, representa la inclusión oficial de nuestro querido Albo en el habla popular de los argentinos. Sirve para destacar la facilidad que supone una tarea, o bien una mujer, y dice: “Más fácil que All Boys con seis jugadores”.

Conozco al menos dos variantes que tienen, evidentemente, el mismo espíritu: “Más fácil que All Boys con dos expulsados” y “Más fácil que All Boys con cuatro hombres” (esta última supone un desconocimiento del reglamento del fútbol, ya que un equipo no puede presentar menos de seis jugadores en cancha, pero bueno, que la International Board de la Fifa se ocupe de refutar dichos populares).

Ríanse, nomás. Creo que el Inter de Mourinho y el Barcelona de Pep Guardiola también deben ser fáciles con 6 jugadores, así que no parece una afrenta hacia el Albo.

Y, a su anónimo autor, gracias por haber logrado algo nada fácil: hacer que All Boys trascienda al fútbol y forme parte del léxico de millones de argentinos.

martes, 15 de junio de 2010

Un nuevo paradigmA

Y de golpe ya nada es lo mismo en la relación con el fútbol; más allá del Mundial, y hasta de las expectativas por los refuerzos del Albo y de las polémicas por los jugadores que se fueron. Huelo que comienza un vínculo nuevo, con muy poco que ver con aquello que All Boys fue para mí durante toda mi vida.

Se fue esa sensación de hincha de la utopía (¡aguante Deportivo Utopía!), desapareció esa convicción de ser hincha de una causa indefendible (¡vamos, vamos, Atlético Causa Indefendible!), se esfumó ese espíritu de hincha de una secta desconocida (¡olé, olé, olé, olé; Club Secta Desconocida!).

¿Estoy diciendo que voy a extrañar esos partidos de sábado de invierno, a las 15 horas, ante escaso público y frente a equipos lamentables cuyos nombres –Berazategui, Flandria, Laferrère–, y lo digo de onda, generan hilaridad? Y, no, no los voy a extrañar. En todo caso, sí extrañaré tener doce años, e ir con mi viejo a compartir ese espectáculo imposible y áspero, pero tan vinculado a mi identidad.

Bienvenidas sean la grandeza, la bonanza, la euforia, el éxito, la fama… las buenas que ya iban a venir, y que de golpe, vinieron.

domingo, 6 de junio de 2010

No se vayan, campeones

Debe ser difícil gobernar un país. Hagan el ejercicio por cinco minutos. ¿Qué hacemos? ¿A qué dedicamos el presupuesto que tenemos? ¡Escuelas! ¡Hospitales! ¡Transporte! ¡Cultura! ¡Investigación! ¡Seguridad social! “Pará de contar”, me interrumpen, “ya te excediste, tenés que bajar los gastos a la mitad…” Siempre que fantaseo con el poder llego a este callejón.

Traslado este ejercicio a la presidencia de un club –pongamos, sorpresa, All Boys– y a cómo administrar el presupuesto de un plantel durante cierto período –pongamos, sorpresa, este primer año en Primera–.

No hay manera de criticar las decisiones de Pepe Romero a la hora de armar planteles: desde su llegada a la dirección técnica del Albo parece tener una especie de Matrix o Zeitgeist en la que el ganador siempre es el club.

Se le podrá achacar a Mariano Pavone, o a José Luis Pitu Gómez, pero si recordamos cómo estábamos en la era pre-Pepe y cómo estamos ahora, diría Calamaro, basta de debate.

Eso no quita que vaya a doler si, nomás, se confirma que se quedan afuera del plantel de Primera tres bicampeones (consideramos la Promo ganada ante Central como un título, ¿no?) de alta gama como Fernando Fayart, Carlos Madeo y Pablo Solchaga.

Creo intuir los porqués de todas las decisiones. Yo mismo los he notado lentos a lo largo del torneo, especialmente al Turco Fayart, quien es el que más jugó de los tres, y a quien no podríase acusar de nada más: la garra con la que jugó todo el torneo, todos los torneos anteriores, y en especial la serie ante Central son concluyentes. Y el peor momento del Albo en los dos torneos Nacional B que acaban de pasar fue, justamente, el semestre en el que Fayart se fue a probar suerte a México. ¿No está ni para suplente en Primera? Uf…

Esa misma pregunta cabe para el conmovedor Siberiano Madeo: en el Nacional B jugó unos meses sí, unos meses no; se equivocó a veces, y otras tantas hizo goles decisivos, además de romperla en Arroyito. ¿También se queda afuera?

Entiendo todo: Las ideas más futboleras, como la de no tapar al joven Jonathan Ferrari, de partido consagratorio en Floresta en la Promo y ya con experiencia acumulada en buenas y malas. Y las más “administrativas”, para lo que vuelvo a la metáfora del estadista: si organizás un festival de cine, te quedás sin plata para organizar un plan de vacunación. O, en otras palabras, si tengo en el plantel cinco zagueros suplentes, me quedo sin plata para zagueros titulares.

El otro caso jodido es el del enorme Pato Solchaga. Para nuestro prócer de la B Metro (lo fue en “la” buena, en las varias malas y en las numerosas malísimas), las dos temporadas en el Nacional B fueron un fade out: primero por la lesión, y después por los goles postergadores de Emanuel Gigliotti, Mariano Campodónico o Mauro Matos, nunca volvió a ser lo que era para el Albo. Para sorpresa de muchos, Pepe lo incluyó unos minutos en cada partido ante Central, como si fueran los boletos del último tren.

El interés principal es All Boys, y no dudo de que Romero (y Bugallo) nunca perdieron eso de vista; y mucho menos, ahora.

Pero el único “pero” que me queda es esa sensación de tener 11 entradas para la mejor fiesta del mundo, y dejar afuera a los nobles compañeros de toda la vida.

martes, 1 de junio de 2010

Los puntos fantasma

La temporada que viene, hermosa y de lujo, con el Albo en Primera, nos encontrará a los hinchas del Blanco con una calculadora a mano (por suerte los celulares, las agendas electrónicas y las computadoras siempre tienen una, así que no hay que salir corriendo a comprar nada). Mantener la categoría será el objetivo y, a quien quiera revisar cuentas, lo invito a actualizar el machete.

Sin embargo, y de cara a la endiablada olimpíada matemática que se nos planteará después del Mundial (la cantidad de puntos ganados, dividida por la cantidad de partidos jugados), no está de más reclamar lo que nos corresponde: ¿Por qué esos cuatro puntitos que el Albo sumó en la Promoción --uno en Floresta, tres en Arroyito-- no cuentan para el Promedio? Lo mismo le va a pasar a Gimnasia de La Plata.

Por alguna razón, los puntos de la Promoción no se suman. Son fantasmas, ánimas intangibles, ninguneadas en el sistema de Promedios. Son los únicos excluidos, los únicos no privilegiados, los discriminados. ¿Hay funcionarios futboleros en el Inadi, o sólo defienden los derechos de minorías religiosas, sexuales, sanitarias o étnicas?

Los equipos que ascienden y luego descienden, como acaba de pasar con Chacarita y Atlético Tucumán, podrán acceder en sus próximos promedios a los puntos que obtuvieron en la temporada 2008/2009, cuando ganaron el Nacional B. ¿Por qué el Albo se queda sin esos cuatro puntos que ganó en Primera, en partidos que hasta salieron de TyC Sports y fueron televisados bajo el ala de la élite deportiva que supone el Fútbol Para Todos?

Se me dirá: “La Promoción es un limbo matemático, como el desempate para un título, y por tanto, no forma parte de la ‘serie regular’ de partidos, con lo que se queda fuera de los promedios”.

Yo responderé: “¿Y por qué ese limbo sí entra en la jurisdicción de las sanciones disciplinarias, como bien lo saben Jonathan Ferrari (suspendido en la revancha de la Promo tras haber acumulado amonestaciones de hace un año) o Christian Vella y Matías Pérez García (suspendidos en la primera fecha del Apertura 2010 por haber sido amonestado contra Central en el Gigante)?”

Hagan la cuenta: cuatro puntos, divididos en dos partidos, da un promedio de 2,000. Sin embargo, el Albo arranca con 0,000. ¡Justicia!