lunes, 2 de enero de 2012

Órgano felino

El receso futbolero de verano, históricamente, siempre tuvo mucho de desierto del Sahara: es interminable, caliente, reseco, sofocante y, cuando uno logra superarlo, se encuentra desorientado, perdido.


Para el hincha de All Boys, los años malos –¡cuántos hubo!– tenían el agravante del desánimo: el libro de pases en el verano era puro desaliento, ya que los buenos jugadores se habían ido, y habían llegado un par de flojos para pelear el puesto con los flojos que ya teníamos.


Este año, a pesar del sabor a viruta metálica que tiene la lucha desesperada por mantenernos en Primera, me he encontrado mucho más alerta que en otros estíos. No sólo he chusmeado vía Twitter los posibles refuerzos del Albo, sino que hasta he googleado a Martín Morel, el nuevo refuerzo del equipo.


Está claro que la curiosidad es un músculo que se ejercita especialmente en las buenas.