lunes, 27 de abril de 2009

Los apodos hay que ganárselos

Los jugadores de fútbol llevan los apodos como un nombre artístico. Como un trofeo de la fama. O como una segunda identidad, más cariñosa: “Patita Minervino” es un jugador más querido que “el ex defensor de All Boys, Racing, Chacarita, Temperley, Atlanta, Defensa y Justicia, Banfield de Mar del Plata, San Martín de San Juan y Brown de Arrecifes; Gustavo José Luis Minervino”.

Por eso, al verdadero apodo hay que merecerlo. Por que es un apodo que no tiene nada que ver con el mote inmerecido de los relatores del segundo pelotón de popularidad, que con tal de hacerse publicidad ellos mismos, fuerzan apodos inaceptables o intentan sembrar apodos de diseño que nunca jamás lograrán nombrar a nadie.

El apodo bien ganado es para pocos. A ver, en el actual equipo. Chino Zárate. Cabezón Sánchez. Pato Solchaga. Chinito Scamporrino. Esos salen de una. Son apodos ya bien ganados, indiscutibles. El Facha Bartelt también lo es.

En Nico Cambiasso y en Carlitos Madeo, el recurso del diminutivo del nombre de pila parece debilitar la firmeza del apodo. Pasa lo mismo con Darío Stefanatto. Curiosamente, ni León Panceri ni Topolín Panceri han sintonizado los altos rendimientos del lateralazo izquierdo del Albo. Y De los Milagros Fayart, recién incorporado, todavía no tuvo tiempo para prodigios.

No hay más. Aunque no estaría mal que en los próximos partidos, haya razones de sobra para que obtengan de una vez la personería jurídica del apodo desde Manu Gigliotti hasta el Tano Vella, el Negro Vieytes, Johnny Ferrari, Javi Umbides, Chaco Torassa, Bocha Ramírez, Laucha Álvarez, Pulpo González, el Cordobés Arriola o Cocoliso Krikorian.

¡Brindis por un plantel en que cada uno se gana su apodo en la cancha!

sábado, 25 de abril de 2009

Campeones contra la mufa bahiense

“Bahía Blanca es mufa”, asegura el supersticioso rumor. En el ambiente artístico, muchos hasta evitan nombrar a la austral ciudad bonaerense, y si alguien la menciona, apelan al conjuro de tocarse un órgano del lado izquierdo.

En abierto desafío a toda mufa bahiense, All Boys encara la recta final de este Nacional B, los ocho últimos partidos, con el aval de un gran triunfo: 3-2 sobre Olimpo, después de ir perdiendo dos veces.

Los goleadores del Blanco en suelo (casi) patagónico fueron tres de los referentes del equipo campeón de la B Metro 07/08: Zárate, Sánchez y Solchaga, tres treintañeros clave en un plantel con muchos treintañeros y algunos jóvenes

Gigliotti es uno de los jóvenes. Llegó sin más antecedentes reales que la venia de Caruso Lombardi y unos partidos en Lamadrid, y con críticas a cuestas y todo, ha cumplido con un papel que hace diez meses era imprevisto, el de goleador del plantel: hizo 11 de los 34 goles de All Boys en el Nacional B, un virtual tercio del total de tantos marcados.

Está bien exigirle más a Gigliotti y a todos, aunque está mucho mejor que se aparezcan por fin los capitanes del campeón. En los ocho partidos que quedan, cuanto más tomen el timón los héroes del año pasado, mejor.

Si el Chino y el Pato logran continuidad en lo que resta, si Sánchez, Panceri mantienen el protagonismo y si se afirman Cambiasso, Madeo y los “regresados” Fayart y Stefanatto, habrá una gran noticia en Floresta: que el equipo que jugará los últimos dos meses del Nacional B será, prácticamente, el gran campeón del invierno pasado.

viernes, 24 de abril de 2009

La Pachamama es del Albo

La Madre Naturaleza simpatiza con All Boys. La prueba es que nunca olvidó los colores blanco y negro a la hora de diseñar pelajes para la fauna de la Tierra. Todas las especies animales que llevan en su piel los sagrados colores de la divisa del Albo son originales, especiales.

En las praderas africanas, las cebras trotan como ágiles y musculosos mediocampistas de All Boys, desde Fernando Sánchez hasta el paraguayo Elvio Castellano Villalba.

En las montañas asiáticas, los osos panda se saben únicos, mágicos, amenazados y feroces, como los números diez de All Boys, desde el Beto Pascutti hasta el Chino Zárate.

En las praderas norteamericanas, los zorrinos, a pesar de su aparente fragilidad, se hacen respetar con sus mejores armas, como los goleadores de All Boys, desde el Pirata Czornomasz hasta el Pato Solchaga.

En las ciudades del mundo, los dálmatas lucen su dudosa elegancia y sus patas largas, sino infinitas, como los defensores de All Boys, desde Gustavo Minervino hasta el Zurdo Fabbri.

En los cielos andinos sudamericanos, los cóndores vuelan alto y parecen crecer en el aire, como los arqueros de All Boys, desde Nico Cambiasso hasta el Pucho Urquiza.

Los colores de Chacarita o Chicago, sólo los tienen las serpientes y otros reptiles despreciables. Que duerman en una cueva.
Y no hay algún animal con los colores de Atlanta. Que vayan a juntar flores.