jueves, 27 de noviembre de 2014

Del mismo lado del alambrado

La idea de que llega el último partido de Nico Cambiasso en el Albo emociona, entristece y nos hace mutar: en unos días todo hincha de All Boys debería convertirse en una máquina de aplaudir, saludar, agradecer. 

Tengo algunos héroes: San Martín, Lennon, mi papá, Bob Dylan y Nico Cambiasso. 

Nos veremos pronto, del mismo lado del alambrado. 

viernes, 22 de agosto de 2014

Blanco y negro

Que se pudra todo. Agudizar las contradicciones. Ir al extremo, propiciar un cambio de raíz, empujar para que las cosas se desbarranquen definitivamente. Y recién después, cuando ya no salga ni humo de las cenizas, cuando el pasado esté sepultado, cuando ya no quede ni el eco del pasado, empezar la construcción de un futuro mejor, con bases más sanas, desde cero, desde los charcos de sangre. Reset y a la bolsa.

Es una idea. Opinable. Si es en pos de un futuro mejor, uno puede desear ese cambio radical para su pueblo, para su país, inclusive para la sociedad humana toda. Pero jamás para su equipo de fútbol.

¿Significa eso que hay que apañar a un dirigente corrupto, siempre que su gestión redunde en éxitos, construcciones de tribunas, ascensos, títulos…? Mal ahí.  

¿O significa eso que, para que terminar con un dirigente corrupto, debo aplaudir e impulsar descensos, goleadas en contra, bancarrotas, violencia, suspensiones…? Malísimo ahí.

¿Cómo ser trotskista del equipo del que uno es hincha?

viernes, 11 de julio de 2014

Por la gloria

Confirmado: Brasil 2014 es el mejor Mundial de todos los tiempos. Puedo fundamentarlo. 

A lo largo del torneo, él gritó su primer gol (el penal de Messi en la definición con Holanda en semifinal).

Quedó tan contento después de esa definición que, tras el último penal, mientras todos empezaban a festejar, él pidió: “Otro”.

Y que, también durante el Mundial, él dijo por primera vez “partido”, “pelota”, "gol”, “bandera”, “Argentina”. Y, lo más importante, dijo por primera vez “All Boys”.

Yo sí que me siento campeón del mundo. 

viernes, 6 de junio de 2014

Manual para armar un plantel

El presupuesto nunca sobra. Siempre hay que elegir cómo usar el dinero.

Si tuvieras 11 pesos para armar un equipo profesional, ¿cómo los usarías?

¿Un peso para cada jugador?

¿O destinarías dos pesos para cada uno de los “puestos esenciales” –dos para el arquero, dos para un zaguero, dos para un volante central, dos para un desequilibrante, tres para un goleador– y cubrirías el resto del equipo con juveniles?

¿Y si con dos pesos no alcanza para traer un jugador para ninguno de esos “puestos esenciales”? ¿Qué hacemos?

¿Le damos de baja al desequilibrante, metemos en ese lugar un juvenil, y destinamos esos dos pesos que recuperamos al 9, al 2, o acaso al 1?


Mi propuesta: el equipo se arma desde atrás… hasta donde alcance el presupuesto. 

lunes, 5 de mayo de 2014

A veces pasa

Algún otro descenso hemos visto. Alguna final perdida, también. También, por suerte, alegrías descomunales. Hoy estoy sorprendido: a pesar de mi condición de hincha venenoso y pesimista, debo reconocer que, en este ciclo, las alegrías me han tocado más hondo que las tristezas.

Duele, sí, pero no tanto. Tal vez sea sabiduría. O genuino agradecimiento a unos cuántos héroes.

All Boys se fue a la B, pero sigue estando en el mismo lugar de siempre.

miércoles, 9 de abril de 2014

Once contra once… ¿conté bien?

La paridad casi siempre es un supuesto, una ficción.

Suponer que un partido de fútbol comienza con un equilibrio de fuerzas sólo porque cada equipo está conformado por la misma cantidad de jugadores, es como suponer que once sandías llenan tanto como once pasas de uva.

Imagino un partido: el Barcelona de Messi, Neymar/Ronaldinho, Iniesta, Xavi, contra el Victoriano Arenas de Fulano, Mengano, NN y el Pibe Gandorfio (o bien, contra el All Boys de Ricardo Rodríguez…). El árbitro expulsa a un jugador, de cualquiera de los dos equipos. ¿Quién se anima a decir “con la expulsión se rompió la paridad, todo se hizo más fácil”?

Desde el vamos, esta aventura de All Boys en Primera supone que somos los más débiles en muuuuuchos casos. Hay un largo entramado de variables (riqueza y extensión de los planteles, montos de los contratos, respaldos financieros, prebendas dirigenciales, empresariales, regulatorias, políticas y de todo tipo, lobbies varios) que hace que, ante gran parte de los equipos de la categoría, el Albo esté abajo, muy abajo; casi perdiendo 1-0 antes de empezar a jugar. Aceptado eso, cualquier ventaja mínima a favor del rival equivale a descalabro total.

No hace falta que sean cinco goles mal anulados ni seis offsides evidentes. Las pequeñas injusticias que te asesta el árbitro, cuando sos el más débil, se convierten en condenas.  


Recuerdo una frase valentona de un ex jugador de All Boys, Carlos El Loco Enrique: “En la cancha somos once contra once, y todos tenemos dos patitas y dos manitos”. Es cierto: muchas veces, la cantidad de pies y manos es casi lo único que tienen en común dos equipos que se enfrentan.