miércoles, 29 de febrero de 2012

Ojo con los Soto

Y de golpe, en el prime-time televisivo, en canal de aire, noche de sábado, aparece... ¡Carlos Soto! Sí, el Mudo, el gladiador formoseño, el perito en uso indebidísimo de la fuerza, el feroz cacique del Gran Chaco, el usualmente descontrolado lateral izquierdo al que me encontré defendiendo, alguna vez, de las delaciones de otros colegas.

Fue en el contexto del siempre cómico clip de “Los parecidos”, del programa de televisión TVR, en el que atribuían al 3 de All Boys similitudes en el rostro con un 3 más famoso, Juan Pablo Sorin.

Soto hizo casi toda carrera en un triángulo de unas pocas cuadras: Vélez, All Boys, Chicago (¡uff!), otra vez Vélez y otra vez All Boys, donde llegó para el Nacional B y logró el histórico ascenso a Primera en 2010. Y ha defendido los colores del Albo con tantas ganas que le perdonamos su paso por Mataderos, club al que demandó y todo. Nada que decirle…

Pero vuelvo a su participación en TVR. ¿No cuesta creer que un lateral izquierdo de All Boys hoy sea algo parecido a una celebridad, a un personaje popular, al que basta con mostrar su foto y decir “Soto”?

Qué distinta gloria y qué distinta suerte ha tenido el gran Carlos Soto que Agli, Tolosa, Caimi, Casanova, Befumo, Montiquín, De Muner y tantos otros marcadores de punta que defendieron los colores del Albo en tiempos más oscuros, de esos que no dan muchas ganas de recordar.

viernes, 17 de febrero de 2012

El juego de la tarasca

“En la cancha somos once contra once, cada uno con dos manitos y dos piecitos”, escuché (por radio) decir una vez a Carlos El Loco Enrique, aquel lateral izquierdo de buen paso por Independiente, River y la Selección, y de olvidable paso –ya muy veterano, hay que decirlo– por el también olvidable All Boys ‘99.

Sin embargo, esos once contra once no son tan “iguales” a la hora de medir los presupuestos que cada equipo tiene detrás: es obvio que los once del Barcelona de Pep Guardiola no salen a la cancha a jugar “mano a mano” con los once del Barracas Central del gran Carlos Madeo.

No tengo números a mano, pero sí prejuicios y sospechas: si el fútbol no se dirimiera por goles, sino por presupuestos, intuyo que, en el campeonato de Primera, All Boys estaría en zona de descenso directo y con un yunque atado en el escroto.

En vacaciones vi y disfruté mucho la película Moneyball (grossamente traducida en la Argentina como “El juego de la fortuna”, basada en un libro de Michael Lewis). Allí Brad Pitt es manager de un “equipo chico” en la máxima categoría del béisbol norteamericano –iba a escribir “las grandes ligas”, pero me sonó un poquito cipayo– y tiene que armar un plantel con poca plata. Mientras tanto, los “equipos grandes” vienen con una montaña de oro y le llevan sus mejores jugadores.

El desafío que propone es tacticista, economicista, pillo, y en especial, futbolero, a pesar de los bates y los catchers: cómo armar un plantel barato y ganador a partir de datos concretos, y enfoques analíticos no convencionales sobre los jugadores.

De todo corazón, más allá de errores o aciertos, y sin las típicas miserias de andar viendo quién recomendó traer a tal crack o a tal burro; me confortaría saber que todos los Bugallos, los Zárates, los Barteltes, los Capurros, los Azofras, los Trovattos, los Parodis y demás armadores de planteles del Albo de ayer, de hoy y de mañana hayan visto esa película.