La próxima temporada encontrará a All Boys sin ningún clásico por delante.
La instauración, como segunda división del fútbol argentino, de la modalidad de torneo conocida como Nacional B –que es federal– implicó también que la histórica Primera B –que vendría a haber sido unitaria– fuera licuada en tres categorías.
Una de ellas es la Primera División, donde hay equipos con muchos años de la B en el lomo como Arsenal, Chacarita, Tigre, Banfield o Colón, y algunos hasta con años de la C en el lomo, como Lanús.
Las otras dos categorías con miembros amputados a la vieja Primera B unitaria son el Nacional B (ahí estamos Quilmes, Platense, Unión y –obviamente – el Albo) y la B Metropolitana (Morón, Temperley, Sarmiento).
Este mecanismo ha raleado el fixture del Nacional B de rivalidades que provengan del siglo veinte.
Encima, la normativa que impone la ausencia de públicos visitantes termina haciendo monocromático cualquier folclore, por lo que resulta difícil sentir ese entusiasmo extra que implica enfrentar a ciertos rivales tradicionales.
¿Qué pica se le puede encontrar en Floresta profunda a un equipo mendocino? ¿Qué enconos pendientes puede sentir el hincha albo hacia un club de Comodoro Rivadavia que hace de las actividades infantiles su nombre y emblema? ¿Qué “partido aparte” puede respirarse en Jonte y Mercedes ante San Martín de San Juan, fuera de tener que ver su desagradable camiseta verdinegra? ¿Qué rivalidad multigeneracional puede experimentarse en All Boys al jugar frente a un equipo de… ¡Rafaela!? ¿Qué hincha del Ascenso sabía, hace diez años, dónde quedaba Rafaela?
Es como cuando en un Mundial juegan Paraguay-Bulgaria, o Nigeria-Canadá…
Lo más parecido a un clásico que tendrá el Albo el próximo año será Platense o Los Andes (si es que alguno no arruga en la Promoción ante algún equipo insignificante de la B Metropolitana). O, en todo caso, Quilmes. Y no jodamos: esos no son clásicos.
A Defensa y Justicia y a Italiano ni se los cuenta, por falta de público.
Habrá que ascender a Primera entonces, si se quiere jugar un clásico. O esperar que Argentinos o Chacarita caigan pronto en desgracia.
Lo que queda claro es que no se puede esperar nada ni de Nueva Chicago ni de Atlanta, habitantes perpetuos de las napas del Ascenso.
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