miércoles, 6 de abril de 2011

Cómo hacer para no ser un hijo de puta

Ejercer con dignidad la pasión de hincha de fútbol, y al mismo tiempo, mantenerse dentro de los cánones socialmente aceptados para lo que podría considerarse “ser una buena persona”, resulta difícil y exigente.

Muchas de las características más comunes, más folclóricas, del hincha futbolero argentino están severamente reñidas con la bonhomía.

Ni siquiera hablo de los indefendibles ejemplos de trazo grueso, como la violencia entre hinchas, el lanzamiento de objetos peligrosos a futbolistas o árbitros, o las expresiones xenófobas proferidas a simpatizantes y jugadores de otros equipos.

Hay otros aspectos del hincha de fútbol, menos evidentes, pero también muy deleznables.

En especial, la ingratitud: yo jamás podría insultar ferozmente ni pedir la horca para personas que me han hecho muy feliz. Por caso, algunos jugadores, técnicos o dirigentes. Sin embargo, cuando vienen las malas, ahí están los foros en la Internet en los que podemos leer palabras horribles, sanguinarias, abrasivas, de hinchas de All Boys dirigidas a símbolos y líderes de este histórico momento del Albo. Ojo, todo bien con la construcción desde el disenso y con el pensamiento crítico (un saludo a los estudiantes de filosofía y a Luis Majul), pero un poquito de gratitud y justicia poética nunca vienen mal.

Otro gran problema es la incoherencia. El mecanismo de esperar maravillas de alguien y, si esas maravillas no llegan, pasar a considerar un imbécil a ese alguien y a quienes lo trajeron, es trampa: omite que, antes de que los hechos se consumaran, uno mismo también confiaba. Y por extensión, omite que uno -con toda la buena fe del mundo- tropezó con la misma piedra que quienes trajeron al imbécil en cuestión.

¿Acaso, en nombre de la pasión, es válido ser una fiera impiadosa y temperamental?

Una de dos: o la condición de hincha de fútbol brinda una identidad paralela, la del típico hermano mellizo de las telenovelas que resulta un tremendo hijo de puta. O bien entre los hinchas de fútbol la proporción de hijos de puta es realmente alta.

4 comentarios:

  1. Estamos en Disney. Para cuando nos toque bajarnos de la montaña rusa, en lugar de quedarnos con los buenos momentos que pasamos y los nuevos paisajes que conocimos, vamos a putear a Walt por haber nacido y a quemarle el traje a Mickey porque se le ocurrió abrazarnos para dejarnos salir en su foto. Porque la foto es de otro. Mientras tanto, todavía tenemos tickets free en el pasaporte. Sigamos jugando hasta que se termine.
    Los que putean, los que abjuran contra la simbología que dicen defender, ¿para qué se tomaron el trabajo de sacar la visa y comprar el pasaje? Con verlo por tele alcanzaba.

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que hay un elemento omitido que es muy poderoso, la frustración por la ilusión rota. la ilusión que se generó ante una buena campaña el torneo pasado, que permitía pensar que no iba hacer falta mirar la tabla del del promedio ha desaparecido y hora estamos frustrados por que antes eso era una realidad y ahora no, algo cambió, no sabemos que, todos tenemos nuestras teorías, pero los domingos la única pregunta que reverbera en mi cabeza es "¿por que antes si y ahora no?". es cierto que no es lógico, pero en momentos de desesperación, la racionalidad escasea y lo único que puede hacer es vociferar un "la concha de tu madre...". y achacarle la responsabilidad a alguien, a quien sea, por que si no es un castigo divino o una maldición, es preferible encontrar un culpable que tener un destino nefasto e ineludible.

    ResponderEliminar
  3. Para mi el hincha de futbol en general cree que los valores que heredaron de quien los inicio (Padre, hermano, tio, carnicero, etc) tienen que seguir vigentes y se repiten situaciones de hace bastante tiempo atras, tratando de emular esas cosas que vio de niño. No hay autocritica, porque el que empezo a ir a la cancha cuando el equipo anda bien no lo dice, porque el que estuvo en las buenas y en las malas tampoco quiere darse cuenta que el futbol hoy es solo negocio. Exportamos al mundo mas futbolistas que vacas. Parece que nadie se da cuenta que el unico que siente la camiseta es el que paga la cuota, la entrada y se come la lluvia, los palos de la yuta, uo uo uo. Los tiempos cambiaron pero nadie se saca la pelota de la cabeza, la siguen tribuneando.

    Strega

    ResponderEliminar
  4. Muy cierto y entendible lo que expresas Javier, pero si en vez de una de dos, es una de tres y le agregamos que son expresiones irracionales, expresión sin razon, casi un tic nervioso, capaz no pasa todo por la hijaputez de varios compañeros de tribuna, sino mas bien por una caracteristica del ser humano, que ante situacion limites adversas agudiza su pensamiento en la culpa ajena.

    ResponderEliminar