viernes, 6 de mayo de 2011

Grandes apellidos albos: Oriente

Estos tiempos de vacas orondas y rollizas que se viven en Floresta (un saludo a Cristian Ogro Fabbiani) dan al sufridísimo pasado del hincha de All Boys un color indefendible y sepia, imposible y gris, irremplazable y negro, inasible y blanco.

El recuerdo de jugadores de esas épocas desérticas en cuanto alegrías redunda, en general, en que nos agarremos la cabeza: nos lleva a amar el presente, a despreciar el pasado y a desconfiar del futuro, como si fuéramos fundamentalistas del punk.

Y de golpe, sin argumentos válidos, dentro de mi cabeza aparece, yendo a correr un pelotazo que pica siempre mal en una cancha sin pasto, Eduardo Ángel Oriente, aquel delantero que vistiera la camiseta de All Boys quizás en 1989, quizás en 1990.

Cabezón, morocho, no muy hábil, no muy atlético, Oriente fue un tozudo delantero que vistió varias camisetas del Ascenso (Atlanta, Excursionistas, Comunicaciones, Argentino de Quilmes, Argentinos de Merlo), y que –según sospecho– no consiguió grandes hazañas en Floresta.

Sin embargo, su apellido amerita el recuerdo. No lo noté en su momento –ciertos puntos de vista sólo llegan con el tiempo–, pero llamarse “Oriente” constituye una tentación inmensa para el observador futbolero de lengua fácil y atención dispersa (entonces, yo no era así; ahora, me parece que sí).

¿Qué podría haberse dicho de Oriente?

¿Qué tenía sabiduría oriental para definir? ¿Que prefería los entrenamientos con meditación y yoga, al estilo de Orestes Katorosz? ¿Que cuando quedaba muy solo arriba, como único punta, era el “lejano Oriente”? ¿Que cuando, ya veterano, bajaba a volantear, era el “Oriente medio”? ¿Habrá existido en la historia del fútbol mundial, además de un club, algún jugador de apellido “Occidente”? La dupla Oriente-Occidente habría sido un verdadero choque de civilizaciones en el área rival.

El Álbum Blanco, siempre en los grandes temas.

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