jueves, 21 de junio de 2012

El gran fisonomista

El 100 por ciento de las personas más o menos futboleras conoce la cara de Diego Maradona. No son datos chequeados, pero podemos estimar que el 95 por ciento de los futboleros reconocería sin problemas a Lionel Messi. El 80 por ciento, probablemente, conoce los rostros de Martín Palermo y el Burrito Ortega. El 55 por ciento identifica a la Brujita Verón. Sólo el 20 por ciento ubica al Bichi Fuertes.

Pero… ¿cuántos seguidores del fútbol reconocen la cara de los defensores de All Boys Maximiliano Coronel o Jonathan Ferrari?

En ese sentido, no hay que pedirle milagros al árbitro Saúl Laverni. El tipo se confundió a Ferrari con Coronel, amonestó al primero creyendo que era el segundo, y esa equivocación inocente terminó en tarjeta roja en el partido ante Argentinos Juniors. Fue el primero de los cinco jugadores de All Boys que terminaron suspendidos, Laverni mediante, el domingo pasado.

Es cierto que los futbolistas tienen un número en la camiseta, que podría ahorrarles errores a los árbitros que, como Laverni, no son buenos fisonomistas. Pero tampoco se le puede exigir a un pobre referí que, en una fracción de segundo, distinga a Ferrari de Coronel, o diferencie un número de otro, o sepa a quién pertenece determinada pierna. Bastante le debe costar recordar al pequeño, falible, humano Laverni otros datos más importantes, como la fecha de cobro de sus haberes.

Son cosas que pasan. No hay que desconfiar, ni ser mal pensados: una cosa es ser ciego, o mal fisonomista, y otra muy distinta es ser deshonesto. Seguramente cuando Rolando Schiavi comete una infracción, Laverni jamás lo confunde con Román Riquelme. Son cosas que pasan cuando estás en Primera.

3 comentarios:

  1. Javier:
    Sos muy indulgente con ese señor.
    El número de cada jugador no sólo está impreso en la camiseta, lo que le hubiese requerido solicitarle al defensor que le mostrase la espalda para observarlo, sino que también se ostenta en la parte delantera del pantalón, lo que no requiere siquiera conocer la fisonomía, la personalidad ni el tipo de peinado que usa el jugador en cuestión.
    Empero, ese referí "no lo vio".
    Lo que sí pude ver yo, a pesar de mi ofuscación, fue la sonrisa socarrona, burlona, que nos dirigió ese coso cuando cantábamos coplas dirigidas a él, a su familia y a sus allegados en general.
    Volví a casa ronco por entonar en voz alta dichas romanzas, tal vez más que por alentar a nuestro equipo y por burlarme de la pequeñez numérica e institucional de nuestros vecinos.
    Pero la vida, a veces, nos da revancha y el domingo 24 de junio de 2012 volví a casa ronco por gritar tres enormes goles del Tucu y me hubiese quedado sin habla si entraba el zapatazo del uruguayo que rebotó en el travesaño. Esta satisfacción jamás la gozarán miserables como el causante de romper nuestra ilusión barrial. Y esto sucedió en un partido en el que nos faltaron siete titulares, a saber, los cinco expulsados en La Paternal, además de Hugo, suspendido, y Martín Zapata, feliz padre.
    Me quedo, entonces, con el mejor recuerdo de los dos comentados.
    Salú Floresta.

    ResponderEliminar
  2. los árbitros deberían saber a que equipos dirigen, el futbol esta cada vez peor... pasate por mi nuevo blog, suerte

    ResponderEliminar