lunes, 13 de junio de 2011

Afortunado en el juego… y en el amor

La vida no es sencilla. Cada ítem de la existencia puede deparar obstáculos, problemas, golpes. Pasa con la salud, con el dinero, con el amor. Ahí llegan la injusticia, la inequidad, la falta de oportunidades, el azar. Ahí vienen el catarro, las cenizas volcánicas, el ABL, las peleas de pareja. Ahí están la Policía, la soledad, las políticas de Washington, el colesterol, el hampa, las discusiones familiares. Ahí surgen las corporaciones, los accidentes viales, la pérdida de cabello, la contaminación de las napas, los virus informáticos, los plomeros abusivos, los amigos que se alejan. Ahí aparecen el terrorismo de Estado, la crisis de los hospitales, el analfabetismo, la desocupación, la mortandad infantil, la corrupción sindical.

Sufrimos (y vemos como otros sufren). Aún la persona más optimista y feliz tiene dificultades; la vida tiene carne sabrosa, pero sus huesos son siempre duros de roer… y nuestros dientes no son los de un roedor.

Por todo eso, valorar las alegrías –cuando están– es siempre inteligente. Y con ese criterio, habiéndose concretado la permanencia de All Boys en Primera, es justo agradecerle a un grupo de tipos: Roberto Bugallo, José Santos Romero, Nicolás Cambiasso, Fernando Sánchez, Carlos Madeo, Cristian Vella, Carlos Soto, Armando Panceri, Ariel Zárate, Agustín Torassa, Emmanuel Gigliotti, Mauro Matos, Juan Pablo Rodríguez, Eduardo Domínguez, Hugo Barrientos, Matías Pérez García, Jonathan Ferrari, Carlos Casteglione…

Ellos nos han dado a los hinchas de All Boys una alegría premium. El Álbum Blanco honra a sus héroes.

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