martes, 1 de febrero de 2011

Un pedazo de mi infancia

“No sos el único que tiene emociones mezcladas/
No sos el único barco a la deriva en este mar…”
(Mick Jagger y Keith Richards)

Hubiese sido más noble haber escribir estas líneas en las malas. Pero estas buenas son tan buenas que pueden lavar cualquier culpa.

Varias veces me he preguntado qué es All Boys para mí (y abro la cancha: qué es un club para sus hinchas). Y es inevitable que las cosas se mezclen.

En mi catálogo de recuerdos infantiles, una de las escenografías que más veo es la tribuna alta –ahí me llevaba mi papá; ahí me lleva, todavía, a veces– del Islas Malvinas.

Ahí estoy en la escuela primaria, en Gaona y Segurola, quedándome fuera de las conversaciones entre mis compañeros, que eran todos hinchas de equipos de Primera, cuyos partidos, a diferencia de los del Albo, podían verse por TV.

Ahí está mi abuelo, Pedro, que disimulaba –con sobria generosidad– su propio desencanto de tantos años del Albo en el Ascenso, respetuoso de mi indefendible entusiasmo infantil por una causa deportiva en la que rara vez, sino nunca, nuestro equipo era el favorito.

Ahí estamos con mis hermanos, jugando al fútbol en la Placita San Pedro, tratando de recordar los nombres de los 11 jugadores que habíamos visto ayer, en la cancha. ¿Palópoli? ¿De la Llera?

Confirmado: All Boys es una parte de mi infancia. Y más: quizás esté mal decirlo, pero es una parte de mi familia.

Y aunque tanta avalancha publicitaria y para-futbolística haya vaciado el concepto de “pasión”, a fuerza de usarlo para vender zapatillas o naranjadas, a no confundirse: la emoción genuina nunca es un lugar común.

2 comentarios:

  1. Me reconozco hijo adoptivo de esta, nuestra pasión. ¡Cuánto más hubiera ennoblecido mi sentimiento tener un abolengo barrial-familiar en la que abrevar en las tardes escolares o refugiarme después de alguna (otra más...) épica suicida.
    Pero no: mi sangre se mestiza con otras geografías (Colegiales, Saavedra, Belgrano), mis plazas y mis colores genéticos son otros que ni vale la pena nombrar.
    En los earlies 70, donde pisé por primera vez el Templo de la mano de Pancho Ferraro (una estrella fugaz cuyo sobrino, para mi gracia compañero de escuela, se había constituido en un fan), me identificaba con ese linaje ajeno un personaje entrañable, el Tigre Salech, a quien invariablemente me acercaba para dictarle mi contraseña: "Tigre... soy el pibe de Belgrano".
    Detrás de ese mismo alambrado había un tal Ito o Pajarito, que como otros subnormales de mi niñez (ahora se diría "capacidades diferentes") había que evitar bajo el pretexto de que podía ser peligroso. Y otras caras de veinteñaeros que bajo mi prisma eran señores grandes que sólo podían tratarse de usted.
    Y el equipo.
    El del 70, el del 71 y el glorioso del 72.
    Pelé era Pelé y Diego será el más grande, pero el ídolo de toda mi adolescencia y el resto de mis años (a quien no desplazaría ni esta segunda idolatría juvenil encarnada en Pepe Romero) fue y será Valentín Horacio Sánchez.
    Antes de los gerenciamientos. De los espónsores. Del fútbol para todos, o del fútbol para los mismos de siempre. De las copas, recopas y supercopas que iguala en chances al Peñarol de Cubilla-Rocha-Spencer-Joya y el Pardo Abadie con el Gamba Osaka. De los carnavalescos disfraces elegidos por un gerente de marketing y que infaustamente se utiliza como camiseta. De que los tablones fueran considerados un arma nuclear prohibida por la Convención de Ginebra (alguna vez le reconoceremos al pionero Fernández Prieto su cruzada depredadora). De las tarjetas magnéticas y las cámaras de video. De los traficantes de pibes. De los psicólogos. De os directores técnicos-periodistas.
    De cuando la emoción era genuina.
    De esa prosapia futbolera vengo. Y me quedé para siempre.

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  2. All Boys es Goya y Bogota. Es La Candelaria y la plaza. Es el portugal (y el peru de colonia en verano). Es el mercado y la estacion. Es Boeri y Trieste, los pasajes, la plaza la cavita. Renquecurá y Nemesio Trejo. Es la primaria del Melian.
    All Boys es eso para mi, el lugar donde vivo.
    Mi infancia fue muy alejada del futbol. Recien empece a ver al albo en el 91 y me hice "hincha" en aquellos nacionales post 93.
    Yo cuando digo All Boys digo donde vivi, vivo y donde quiero vivir.

    Slds

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