lunes, 14 de febrero de 2011

El Loco Juan

Tal vez haya sido un héroe trágico de la mitología de la Antigua Floresta. Lo vi muchas veces en la cancha de All Boys; siempre me pareció un hombre mayor, un viejo. No parecía demasiado centrado en el partido, intercambiaba palmadas en la espalda y saludos afectuosos con la gente en la tribuna, tenía los ojos entrecerrados, llevaba el labio inferior en primera fila, iba y venía por la vieja plateíta de socios, o por cualquier rincón del Islas Malvinas. Juraría –aunque no tengo pruebas– que mantenía una franca relación con el vino, y esta conjetura no es una vigilanteada, sino un presunto dato de color. De color tinto.

El Loco Juan era un personaje que, cuando te pasaba cerca, hacía florecer las anécdotas. Que era un hincha caracterizado (cuando eso no implicaba fierros, ni brazos armados de intendentes del conurbano). Que todos lo querían. Que había trabajado en una fábrica de repuestos. Que hasta dormía en el club. Que en Floresta se le había perdido la pisada, misteriosamente, durante un tiempo; pero que volvió en una final para zafar de un descenso entre All Boys y Talleres, en la cancha de Huracán, en un partido que tuvo final feliz para el Albo. Ese día su presencia llamó la atención, y según consigna mi papá, Eduardo Aguirre, “ya muchos ni lo ubicaban, pero hablaban del viejo loco que se ponía en cueros para alentar”.

Esa era la seña particular por excelencia del Loco Juan: alentar a All Boys en cueros, aún en los días más fríos y lluviosos del siglo XX, cuando las temperaturas del planeta eran un par de grados más bajas que ahora (¡un saludo al calentamiento global!).

Esta semana volvió a pasarme cerca, y como siempre, hizo florecer las anécdotas; se me había aparecido el Loco Juan, y no en calidad de fantasma. El quemero don Néstor Marchetti, conocedor del Álbum Blanco, había advertido por casualidad, una lápida con el escudo de All Boys en el cementerio de la Chacarita, y me llamó para contármelo. Era la tumba del Loco Juan, que murió en algún momento en la última década, y que descansa al resguardo del símbolo blanco y negro.

Una pesquisa sin precedentes (en la que, además de mi papá, colaboraron con entusiasmo personalidades de Floresta como el querido ex presidente de All Boys, Roberto Di Pietro, y como el señor Farías, viejo amigo del Loco) permitió recuperar su nombre completo: el legendario hincha se llamaba Saverio Juan Crivaro.

Tantas veces me lo crucé en Floresta, y nunca imaginé que iba a escribir sobre él. Qué loco. Qué loco el Loco Juan.

1 comentario:

  1. Era un grosso. Me acuerdo de un partido en la B, dia de invierno de 3 grados bajo cero (obviamente, el en cuero), yo en la tribuna alta, y lo veia en la pĺatea que se la paso puteando al linea... De repente se va, y viene con una lata de duraznos llena de meo. Digamos que el linea nunca la paso tan mal en su vida.

    Cuando murio, lo velaron en el club.

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