jueves, 15 de octubre de 2009

El Comisario del barrio

Los apodos policíacos no son muy queridos en el mundo del fútbol. Pareciera que, en general, seudónimos como “el Vigilante”, “el Yuta”, “el Forense” o “el Buchonazo” no sonarían demasiado cálidos a oídos de futbolistas, entrenadores, hinchas, periodistas deportivos ni expertos en marketing de Adidas. Dos de los escasísimos ejemplos de apodos policíacos son los de aquel mediocampista de Banfield, Jorge Patrulla Jiménez y de ese defensor paraguayo que jugó en River, Pedro El Cabo Sarabia (los casos Javier Sheriff Castrilli y Daniel Sargento Giménez no cuentan por tratarse de árbitros, una actividad evidentemente para-policial). Sin embargo, hay un apodo policíaco que, al menos para mí, es la excepción a la regla y me trae honesta simpatía y agradecimiento de hincha: Gustavo El Comisario De la Llera.

Hay que aceptar alegremente que te llamen El Comisario y no ser estudiante de la Escuela Policial Juan Vucetich. Pero a Gustavo De la Llera no parecía importarle nada. Este Comisario que jugó en All Boys entre 1986 y 1991 era morochón, recio, hosco, de pecho ancho, jugaba de defensor central, tenía la cinta de capitán tatuada en el brazo y en el medio de su rostro estaba la seña particular que explicaba su apodo uniformado: usaba un inmenso, ancho y simétrico bigote negro.

Ese bigote pedía a gritos ser portado por un comisario de pueblo. Pero lo portaba un impresionante zaguero del Ascenso. Fuerte, tiempista, sobrio, hosco y muy intimidante. El camarada Google me asistió para dar con un reportaje (fuente: Xenen.com.ar) en que El comisario tira un textual que justificará lo de “intimidante”. Cuenta De la Llera sobre un clásico All Boys vs. Chicago en el que su compañero en la zaga central era un juvenil que acababa de debutar en la primera del Albo, Julián Maidana: “El árbitro Sliwa cobra una falta, y Víctor Rogelio Ramos, que jugaba en Chicago, le da una trompada clarísima a Julián y le parte la nariz. Le digo ‘Sliwa, ¿no la viste?’, y me contesta ‘¡Negro no me jodás, no me hagas quilombo!’ Entonces le meto una mano y lo rompo a Ramos. Dos partidos me dieron. Ganamos el clásico, en Vélez, 2-1. Las tribunas se venían abajo.”

¿Violencia policial pero buena? Para destacarse como marcador central en el Ascenso hay que hacer algunas concesiones.

El Comisario también jugó en otros clubes (Sarmiento, Independiente, Almagro) y desde hace años es entrenador. En Floresta, y sin sorna, bien debería recordarse a Gustavo De la Llera como “el mejor policía del mundo”.

2 comentarios:

  1. Por ahi este comentario no viene al caso de los apodos polciales, pero yo recuerdo en mi niñez juventud, de que sliwa nos robaba siempre.
    Pero teniamos al paladin de los arbitros, cuando nos dirigia Cesario Ronsiti, floresta era una fiesta.

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  2. Es verdad, Pocho, yo también tengo ese recuerdo juvenil (más que recuerdo, la sombra difusa de un recuerdo juvenil) de que Sliwa era un peligro cada vez que dirigía a All Boys. En cuanto a Cesáreo Ronzitti, próximamente será protagonista del Álbum Blanco. Abrazo!

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