“Se van amigos, otros vienen”
(Andrés Calamaro)
Estaba esperando que Marcelo Vieytes tuviera su momento en esta campaña del Albo en Primera, pero ante la posibilidad de que el veterano volante zurdo se vaya del club en busca de continuidad, creo oportuno compartir el paralelo que he intuido entre el Negro yuna figura histórica: la del soldado desconocido.
En las grandes batallas, las Naciones suelen homenajear a un combatiente cualquiera, sin consignar su nombre, con un monumento en honor al soldado desconocido. Y en ese homenaje anónimo, se homenajea a todos. El ejemplo más cercano es el que hay en la Catedral de Buenos Aires, en memoria de uno de los héroes de la independencia de la Patria.
El Negro Vieytes entra en esa idea. Su gol histórico, mágico y casi accidental ante Rosario Central, en la épica Promoción en Arroyito, lo hizo entrar en la historia grande de All Boys. Dos años antes ya se había ganado, en silencio, un puesto como titular en el equipo campeón de la B Metropolitana. Sin ser un crack, hizo historia.
Acaso sea el gran NN del núcleo de jugadores de esta inolvidable era-Romero. Futbolistas que han llegado tan profundo en el corazón del Albo que, en cada libro de pases, cuando alguno de ellos se va, la nostalgia es inevitable. Pasó antes con Fernando Fayart, Pablo Solchaga y Darío Stefanatto. Pasa ahora con Jonathan Ferrari, Matías Pérez García y el Negro Vieytes.
Son adioses dolorosos. Tan dolorosos que vuelven algo ingrato el clásico cantito de “pasan los años, pasan los jugadores”.
De los refuerzos, más allá de la curiosidad del nuevo retorno de Gustavo Bartelt, y del impensable crack mainstream Ariel Ortega –quien ya tendrá su post en el Álbum Blanco–, no puedo sino festejar por anticipado el retorno de Emmanuel Gigliotti. Se van soldados de sangre blanca, pero por suerte también vuelven otros.
domingo, 23 de enero de 2011
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