domingo, 17 de octubre de 2010

Estado de gracia (y de gracias)

Nunca fui un hincha optimista, de esos que tienen “fe ciega” en su equipo. El sabor que he disfrutado en el fútbol en general ha sido el agrio; en el mejor de los casos, agridulce. Nunca puedo relajarme hasta que el partido no haya terminado, aún si estamos ganando 4-0. Nunca llevo la camiseta a la cancha, sólo cuando matemáticamente ya es tiempo de festejar ascensos o campeonatos.

Al venir de esa escuela, es lógico pensar: “Falta mucho, se impone la serenidad, All Boys todavía no sumó ni un tercio de los puntos que necesita para llegar a los 48 que garantizan la permanencia en Primera, no festejemos a cuenta…”

Todo eso está muy bien. Pero el corazón dice otra cosa. Los hinchas de All Boys vivimos (estamos viviendo) un 2010 fantástico. Ascenso a Primera con hazaña en la Promoción (reiteramos, ¡ascenso a Primera!), triunfos sobre Boca, Estudiantes e Independiente; buena campaña en el duro momento de hacer pie en la elite con la trampa del promedio, un estadio que luce hermoso, un público que trabaja por la buena conducta, lluvias de elogios de la prensa futbolística, veteranos jugadores-símbolo que no paran de romperla (lamento no tener sombrero, para sacármelo ante Fernando Cabezón Sánchez)…

Un estado de gracia –y de agradecimiento– que para mí, y para todos los hinchas de All Boys que nacimos de 1970 en adelante, es inédito.

Es como estar recibiendo el Oscar por décima vez en lo que va del año. ¿Hay que poner los pies sobre la tierra? ¿Hay que ser cautos? ¿Hay que relativizar la importancia de este momento? Quizás, pero dentro de un rato: ahora estoy disfrutando con el Albo como nunca en mi vida.

lunes, 4 de octubre de 2010

El día en que el Negro Cabeza fue hincha de All Boys


Yo lo vi, a mí no me lo contó nadie. El Negro Cabeza estaba en el centro del escenario, con la camiseta de All Boys, una de mis camisetas de All Boys, la que tiene la publicidad de Mejoral, y que es negra; es la suplente.

Viene al caso mencionarlo en ocasión del reestreno de ¡Mueva la Patria!, la ópera-cumbia argentina, que co-escribí junto al cuervo Pablo Marchetti, el xeneize Fernando Sanchez y el gasolero Eduardo Blanco.

Uno de los personajes protagónicos es el Negro Cabeza (un grande, el actor Esteban Masturini), cuyo vestuario es una camiseta de fútbol, la de San Telmo, provista por uno de los productores de la obra, Maxi Ambrosio, quien conoce de cerca al Ascenso: es el conductor del reality de Fox Sports Atlas, la otra pasión.

¡Mueva la Patria!... estuvo en cartel el año pasado, y alguna noche, casi desde la clandestinidad, entregué una camiseta de All Boys a Esteban, con el tácito pacto –casi, una diablura teatral– de que la usara en alguna función.

El Negro Cabeza honró su palabra y, por una noche, fue de All Boys. Después, en respeto a razones escénicas vinculadas al vestuario, la iluminación y los colores, volvió para siempre a su camiseta azulada.

No tengo foto que documente aquella noche, es cierto. Pero es mi palabra –y la del Negro, y la de todo el elenco, y la del público que estuvo ahí– contra la de cualquier gil que quiera contradecirla.

¡Mueva la Patria!, la ópera-cumbia argentina, dirigida por Valeria Ambrosio, desde el viernes 8, los viernes y sábados de octubre en ND Ateneo, Paraguay 918.