Algún día vendrá al caso contar, o no, porqué pasé el centenario del
Albo lejos de Floresta y cerca de la morfina. Lo cierto es que mi forma de
festejar los cien años del club fue participando del librazo 100 años, 100 historias, gracias a la
gentil invitación del querido Adolfo Cabezón Morales, uno de sus realizadores.
Me tocó escribir sobre un partido histórico que vi en la cancha: aquel All
Boys 3, Estudiantes de La Plata 1, por el Nacional B ‘94/’95, en Vélez. Aquí
comparto el texto que forma parte de ese libro imperdible.
Devuelvan La Plata
Por Javier Aguirre
Ganarle a un equipo con historia de campeón del mundo, a pesar de que te
sacó de tu cancha, a pesar de que tiene un plantel de estrellas de Selección, y
a pesar de que saldría campeón, a 11 puntos del segundo. Ganarle. Y encima,
pintarles la cara.
Algo de eso vivimos el 22 de abril del ’95, en el 3-1 sobre Estudiantes
de La Plata en Vélez, con el mejor equipo que tuvo All Boys en los Nacional B del
milenio pasado. El equipo que más se acercó a cierto amarronado jogo bonito, y que se convirtió en
favorito del ala esteta de esa bolsa de gatos de gustos futboleros que conforma
la hinchada del Albo.
Si se omiten los éxitos del plantel campeón en la Primera B 92/93, aquel
fue el triunfo más importante de All Boys en la década del ’90. Ese equipo
modelo Nacional B 94/95 vino con pase de mando en el banco de DT: el oscuro, ronco
y ornamental Ramón Adorno dejó su lugar al oscuro, ronco y amargado Angel Hugo
Bargas. La gracia era el ataque, que se corporizaba en tres jugadores; tres, el
número sagrado de los ataques temibles. Justamente, los tres que harían los
goles en la histórica victoria sobre los platenses. Eran un veterano en
declive, un héroe de la B y un juvenil descarte de Boca. Un goleador, un
gambeteador y un pasador. Un rústico, un desequilibrado y un gourmet. Un 9, un
7 y un 10. El Pirata, el Pato, el Gato.
Adrián Czornomaz pasaba por centrodelantero de equipo austríaco. Era un antiestético
treintañero que usó más de 20 camisetas y que en All Boys sólo jugó un año y
metió ¡26 goles! Un Pirata disfrazado de momia.
Damián Yáñez venía de triunfar en Talleres de Escalada. Era un roedor de
defensas que desbordaba, hacía goles y hasta se convirtió en musa de banderas
con su cara cuando regresó al Albo, ya en tiempos oscuros, seis años después.
Gastón Barroso parecía tenerlo todo; rubio, alto, pintón, ojos claros,
elegante, hábil, talentoso, fino, era el 10 de la reserva de Boca, debutaba en
la Primera de Boca… y le dijeron “chau”. Firmó en un club de la B: All Boys.
Ellos tres resultaron ser la fórmula y lideraron un equipo tan goleador
y vistoso que en Floresta sólo se lo recuerda con suspiros románticos y ojos
humedecidos. Consiguieron una gran temporada junto a un plantel de rol, que
incluía lo mejor de las inferiores del Albo en los ’90 (Julián Maidana, Hernán
Manrique, los mellizos Fernando y Patricio D’Amico, algunos minutos de un teen
Fernando Sánchez), además de una saeta rubia (Gustavo Bartelt) y de un ex
internacional con gloria que apreciaba una despedida digna (Juan Barbas). La tarde
mágica de ese equipo fue el triunfazo sobre el estelar Estudiantes de La Plata.
Aquel guión dramático, la curva narrativa que todo partido tiene, puede contarse
así:
EXTERIOR- ESTADIO VÉLEZ – DÍA – ESCENA 1
Primer tiempo. All Boys toca, toca, conato de baile, tiro libre, rebote
y la especialidad de Czornomaz, gol de pescador, 1-0 arriba. Sorpresa.
EXTERIOR- ESTADIO VÉLEZ – DÍA – ESCENA 2
Segundo tiempo, Estudiantes aprieta, el Albo toca, sale de contra, toca,
baile, corrida, toca, toca, Barroso, gol, 2-0. Descontrol, abrazos, alaridos.
EXTERIOR- ESTADIO VÉLEZ – TARDE – ESCENA 3
El arquero Osvaldo Langone, flojo, regala rebote indefendible y el
goleador pincha José Luis Calderón juega un As de Injusticias, 2-1, ahora
agarrate.
EXTERIOR- ESTADIO VÉLEZ – HORA MÁGICA – ESCENA 4
Resistencia heroica, una pena terminar sufriendo así, después de tanto
toque y baile, pero… Contraataca, toca, toca, gol de Yáñez, 3-1, euforia en el
Amalfitani, abrazos vaya a saber con quién, pisando butacas de puro ciegos.
No nos importa tanto que ese equipo logró meterse en el Reducido, ni que,
por supuesto, no haya conseguido el Ascenso a Primera. Tampoco duele que el
Pirata nunca volviera a Floresta, a pesar de permanecer años en la tribuna como
involuntario protagonista del hit merquero “La
que toma Maradona…”
Sí nos importa –por el resultado y por las formas– recordar ese día con
orgullo sibarita. Fue el único partido que se televisó aquel sábado, y por TV mucha
gente vio la descomunal, dramática paliza: David torturando y humillando a
Goliat. Esa semana, todos los hinchas del Albo recibimos felicitaciones por lo
bien que jugaba el equipo. Días ideales –como casi todos– para ser hincha de
All Boys.