Pronóstico de mal
semestre para las piezas dentales en Floresta. Para quedarnos en
Primera, vamos a tener que apretar los dientes. Fuerte, fuerte. Hasta
que se agrieten los molares. Hasta que se desafilen los colmillos.
Hasta que saquen chispas los incisivos. Hasta que las encías
empiecen a soltar sangre (blanca y negra) y nos digan: “Che, loco,
pará, no es para tanto, es solamente fútbol”.
Pero los hinchas de All
Boys sabemos que no es solamente fútbol. El centenario del club está
aquí nomás, estamos en Primera y la felicidad vive hace rato en
nuestros corazones. Y no queremos perderla. Es cierto que nadie te
quita lo vivido, nadie te quita lo festejado. Pero sería una pena
que tanta gloria se resquebraje en sólo seis meses.
Las partidas de Mauro
Matos y de Juan Pablo Rodríguez son, necesariamente, malas noticias.
Un goleador-héroe y un símbolo del Albo en Primera no se consiguen
fácil. Me pareció bien la
apuesta por Manuel Caspary, aunque las apuestas -timbas al fin-
deberían ser primero para juveniles (un tema pendiente para el Álbum
Blanco), y recién después, para goleadores del Ascenso. Ignoro si
vendrá alguien más, pero sí sé que si antes no nos sobraba nada,
ahora, definitivamente, nos faltan unas cuántas cosas.
En Floresta estamos
acostumbrados a pelear en inferioridad de condiciones. Es lo que nos
espera, una vez más. Aunque nunca, desde el regreso a Primera,
estuvimos tan débiles. “Todo tiene un final triste, si se espera
lo suficiente”, escribió alguna vez, con fina mala leche,
Alejandro Dolina. Ojalá los hinchas de All Boys tengamos que esperar
mucho más que seis meses para que vuelvan las malas.
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