Yo era apenas adolescente, estaba en la tribuna con mi viejo y con mis
hermanos (que si yo era apenas adolescente, evidentemente eran apenas dos
niñitos). Habíamos ido en auto desde Floresta hasta Temperley. Y pasó algo
horrible: mi papá se sintió mal. Le dolió el pecho. Se sentó, pidió ayuda.
Escribo y me emociono, lagrimeo.
Caos, miedo. La tribuna del Albo se movilizó, y el
pedido de ayuda –no sé cómo– llegó hasta Daniel Tomasone, entonces médico del
plantel de All Boys. En medio del partido, mientras la pelota iba y venía, el
doctor Tomasone hizo el camino contrario del barrabrava: se trepó al alambrado
para pasarse de la cancha a la tribuna. Era un alambrado alto, era un camino
peligroso. Lo veo: trepa, trepa, llega hasta arriba, empieza a bajar, baja,
llega, lo revisa a mi viejo, ahí nomás, al lado del paraavalancha, y lo manda
al hospital ya mismo. Tengo la piel de gallina como la habré tenido esa vez.
Fuimos a un hospital, no recuerdo a cuál. Amílcar Battaglia, un hincha de All Boys
que conocía desde chico a mi papá y que justo estaba cerca, en la tribuna, se subió al auto de mi viejo y nos llevó de
regreso a casa a mis hermanos y a mí. Salió todo bien.
Nunca más fuimos a la cancha de Temperley. Nunca más me olvidaré del doctor
Tomasone trepando el alambrado para asistir a mi viejo.
Uf! Nudo en la garganta, hermano.
ResponderEliminarQue crack Tomassone. Le salvo la vida a muchos, adentro y fuera de la cancha. Me puso la piel de pollo tu historia
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