All Boys tiene el don de aparecer en todos lados. A fines de los ’90, durante mi deslucido paso por las aulas de la Universidad de Buenos Aires, los esfuerzos (dignos de un equipo de Bielsa) de profesores como Nicolás Casullo, Ricardo Forster y Esteban Ierardo me permitieron acceder a la dura lectura de un pensador alemán que se llamaba... Theodore Adorno. Por esos tiempos, yo sólo había conocido a otra persona apellidada Adorno, y esa persona ocupaba justamente el banco de suplentes del Albo: Ramón Toribio Adorno.
El equipo de Ramón, en términos estéticos, fue el mejor que vi en Floresta en todos los tiempos, y amerita una futura mirada exclusiva en el Álbum Blanco. Bailó a medio Nacional B y quedó cerca del ascenso a Primera. Aplausos.
Alguna vez, alguno de los tantos amigos futboleros (acaso el racinguista César Marchetti) me dijo que “cultura general es todo aquello que está entre Theodore Adorno y Ramón Adorno”.
Ignoro si Ramón Adorno leyó a Theodore Adorno: no tenía mucha pinta de degustar el marxismo crítico, y ni siquiera tenía pinta de alfabetizado, dicho esto con onda.
Lo que sí puedo aseverar es que Theodore Adorno nunca vio al maravilloso equipo de All Boys de Ramón Adorno: más allá de que le gustara o no el fútbol, lo cierto es que murió en 1969, cuando Ramón Adorno todavía era jugador y ni soñaba con el buzo de DT. A lo sumo Theodore Adorno habrá visto al Hertha Berlin o al Schalke 04, pero ni en pedo a las deliciosas triangulaciones entre Gastón Barroso, Hernán Oreiro, Hernán Manrique, Damián Yáñez y Adrián el Pirata Czornomaz.
Te la perdiste, Theodore.
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excelente cumpa!!!!!!
ResponderEliminarabrazo albo desde Bariloche
genial su relato y aprovecho para agradecer su paso por mi ritmo,
ResponderEliminarsaludos en blanco y negro.