Todavía está abierto libro de pases, pero cuando llega el último día, los hinchas solemos enterarnos de que, al filo del cierre del período habilitado para transferencias e incorporaciones, resulta que los clubes, debido a alguna negociación aún no concluida, inscriben cablegráficamente a algún jugador.
¿Inscribir cablegráficamente? ¿Qué es eso?
Alguna vez nos hemos reído del tema en la mesa de trabajo de Barcelona, seguramente con el cuervo Pablo Marchetti, el bostero Fer Sanchez, el gasolero Eduardo Blanco, el granate Dani Riera, el académico César Marchetti y el verdolaga Hernán Ameijeiras.
¿Se trata de una vetusta maquinola analógica, escondida en una pedorra oficina sin ventanas de la AFA, llena de cables, rodillos de papel y pistolas inyectoras de tinta? ¿Sólo se usa en los recesos de los torneos? ¿Quién la maneja, acaso un anciano burócrata que te puede contar en primera persona que en 1932 tipió con sus propios dedos el nombre de Bernabé Ferreyra, cuando llegó a River? ¿No se puede inscribir un jugador por e-mail? Son preguntas que perforan la conciencia del hincha de fútbol en cada receso.
Pero con las inscripciones cablegráficas no se jode: alguna vez, en 1998, Diego Armando Maradona fue anotado por esa vía para jugar en All Boys, entonces en el Nacional B. La foto no tiene nada que ver, fue sacada en el 2005, pero todo hincha del Albo la conoce. Y viene al caso.
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