jueves, 24 de junio de 2021

Las enseñanzas del Maestro Hwang Gol

El Maestro Hwang Gol prepara su clase. Once niños con cabezas sin cabello le rodean, sentados en el suelo, al costado de la cancha. Prestan sus ojos, sus oídos, sus corazones.

El chico de la camiseta 2 extiende la espalda, para parecer más alto, más duro. El pequeño con el número 10 se acomoda, vuelve a acomodarse, no logra estarse quieto. No son meros aspirantes a futbolistas: son aprendices.

El Maestro Hwang Gol habla al fin, su voz es como el rugido de un gol ajeno en un estadio lejano.

Hace 22 otoños, Maestro Gol camina, reflexivo, por campos de entrenamiento de Club Deportivo Li. El encargado de mantenimiento del césped, un hombre sencillo y sacrificado, se acerca y manifiesta preocupación.

-Oh, Maestro Gol, la época de lluvias se demora, ¿cómo haremos para regar nuestras canchas de entrenamiento?

Maestro Gol le mira en paz, ladea la cabeza como cánido, respira largo antes de responder.

-Las canchas de entrenamiento no deben regarse nunca. Su único riego es el sudor de los jugadores que entrenan duro. Si no transpiran lo suficiente, el césped se seca, la tierra endurece como roca. Y esa es una derrota”.

Un gong se escucha. Los aprendices corren a jugar. No se sabe si los pastos crecen: los chicos han crecido.


#SueñosdeGloria

miércoles, 21 de octubre de 2020

Las aventuras de Pedro Da Luz

Hoy murió Pedro Da Luz. Lo conocí cuando yo era un adolescente, en mis primeras aventuras periodísticas: él ya era un aventurero.

Imposible no pasarla bien cerca de Pedro Da Luz. Integraba, desde un lugar extraño, acaso misterioso, el equipo periodístico En Blanco y Negro: con él armamos una suerte de unidad muletto con la que seguimos las peripecias de All Boys de visitante, en la pesadillas federales del Nacional B de los '90. Era un gran compañero para esas infinitas travesías en micro a Tucumán, a Córdoba, a San Juan, con hospedajes en hoteles alojamiento, derrotas sistemáticas y risas estrictamente cómplices. Tenía espíritu blusero pero era bien podría haber sido punk.

Hablaba de revolucionarios latinoamericanos de los '60 mientras lamentaba cómo había errado el 9 solo abajo del arco. Tenía un sinfín de anécdotas truncas, de amores cerrados, de negocios fallidos, de cosmovisiones futboleras inevitablemente agridulces. En los últimos veinte años, sólo lo crucé de vez en cuando, únicamente en la cancha de All Boys.

Usé su apellido como inspiración: en mis novelas del inspector Diamond Gerace, nombré Da Luz a un personaje, el cantinero totémico del bar Vamos Floresta.

Pedro Da Luz siempre estaba un poco en otra cosa. De cada dos palabras que soltaba, una la decía mirando el horizonte. Siempre con la vista levantada. Gracias por todo, Pedrito.

miércoles, 23 de octubre de 2019

LCDTM, DirecTV

Cada uno festeja el Día de la Madre como le sale, como puede, como lo siente. En el caso de DirecTV Sports, señal deportiva de DirecTV con producción de Torneos y llegada internacional, su forma de celebrar este año fue a través de un spot con dos actores y una actriz que interpretan a presuntos hinchas de fútbol. Los personajes hablan a cámara y piden disculpas a las madres por haber cantado en la cancha, alguna vez, “la concha de tu madre, All Boys” –una canción de cancha, popular en el Ascenso, y durante varios años, también en Primera.

La intención de guiño para el hincha futbolero es clara, se supone que hay que tener experiencia de cancha para conocer el cántico en cuestión. La elección es bastante extraña (por no decir sexista, retrógrada y de mal gusto): el recurso de pedir “disculpas” por lo que cantás, no te exculpa de haber decidido cantarlo por televisión y de armar toda una publicidad, con locaciones, material de archivo y actores, en torno a esa canción. Así de inspirados estarán los creativos publicitarios de DirecTV Sports, que cuando piensan en homenajear a sus madres, deciden cantar “la concha de tu madre”. Después de todo, cada empresa se vende como le parece, cada publicista propone lo que le sale, cada CM escribe lo que le dejan escribir.

Pero la canción elegida por DirecTV Sports no sólo es curiosa por lo sexista, también por lo dirigida. El cancionero popular futbolero argentino está llenísimo, atiborrado de opciones que recuerdan, en ese tono o en otros similares, siempre despectivos, a madres o hermanas: lamentablemente hay mucho para elegir entre los cantitos dirigidos a rivales, árbitros, policías o dirigentes, que eligen como herramienta de insulto la invocación femenina, ya sea a la concha en cuestión, o bien a otra fórmula tan o más clásica, la de “hijo/a/s de puta”. Pero DirecTV Sports no se contentó para su campaña pública con ninguna canción de cancha “genérica”, de las que usan insultan pero sin precisar a quién. No, eligieron apuntar y dar un nombre: “la concha de tu madre, All Boys”.

Vale desmenuzar un poquito. Además de su sexismo –vintage, sino cavernario–, el insulto de la concha refiere evidentemente al origen: su recurso agraviante consiste en invocar o maldecir la “puerta de entrada” que habilitó el ingreso del/a insultado/a en este mundo. Y hablando de orígenes, está bueno recordar quienes son los sujetos del comercial de DirecTV Sports por el Día de la Madre.

En la esquina blanca, el Club Atlético All Boys (del que soy socio, como mi papá, como lo fueron mi abuelo y mi bisabuelo), club fundado en 1913 por vecinos de Floresta, laburantes, anarquistas y mucho pibe, casi todos pibes, casi “all boys”. Un club sencillo, de rrioba, orgulloso pero con no más de 4 mil socios activos, que hace esfuerzos hercúleos cada mes para pagar AySa, la luz, el gas o los impuestos.

En la esquina negra, DirecTV Sports, canal deportivo con señales propias en distintos países de América del Sur y con llegada al Caribe, exclusivo de la corporación DirecTV, subsidiaria de AT&T con sede en El Segundo, California (a propósito, DirecTV está asociada con Torneos, TyC Sports y la plataforma TyC Sports Play en la transmisión de los campeonatos del Ascenso, los que juega All Boys, justo en tiempos de persecución y cacería a otros “débiles”, las transmisiones vía streaming de los medios partidarios independientes).

Un gigante mediático elige burlarse de un club de barrio, lo insulta abiertamente. No dice “aguante Yupanqui”, como aquella publicidad de Coca Cola que apelaba a la ternura del “club con menos hinchas de la Argentina”. Le dice “la concha de tu madre”, lo festeja y le pone onda jocosa. Es un claro ejemplo de burla descendente: burlarse del débil. ¿Se hubiese animado DirecTV Sports a hacer una publicidad que insultara a Boca o a River? Debe haber algún cantito igual de sexista o despectivo dirigido a xeneizes o millonarios… Pero bueno, para burlarse de los poderosos hace falta coraje. Para burlarse de los más débiles, alcanza con ser cobarde.

* socio de All Boys nº19297, coautor de Puto el que lee, diccionario de insultos, injurias e improperios.

Publicado originalmente en Página/12
https://www.pagina12.com.ar/226749-lcdtm-direc-tv

lunes, 21 de octubre de 2019

Porteños, hijos de puta


Desde hace algunos años, el referí tiene la facultad de interrumpir o hasta de suspender un partido cuando los hinchas, desde la tribuna, cantan o insultan mediante expresiones que impliquen alguna forma de discriminación, xenofobia o racismo.

Esta medida, evidentemente bienintencionada, deja implícita la apertura de una maravillosa y semántica zona gris: el árbitro de fútbol, más allá de los conocimientos que tenga sobre lingüística, sociología, regionalismos o idiolectos, deberá por un momento dejar de mirar la jugada –¿fue offside, fue foul?– para detenerse a discernir con sus propias orejitas cuándo un insulto es discriminatorio y cuándo no lo es.

Por suerte, el árbitro no está solo: podemos suponer que dispone a su favor de cierto consenso en cuanto a cómo diferenciar los “insultos racistas” de aquellos “insultos meramente agraviantes” que, en este caso, no ameritarían sanción. Una canción cuya letra ponga en duda el país de nacimiento, la pigmentación de la epidermis o el credo religioso de los representantes del equipo rival, parece ser razón suficiente para considerar que quien la canta, está discriminando.

Quedará para otra ocasión preguntar, con tono casi filosófico, si es que existe algún insulto que, de un modo u otro, no esté discriminando, ya sea por presuntos hábitos sexuales, por inusuales atributos físicos o por la profesión de la madre.

Y aquí es donde llegamos a una paradoja insultante que solemos vivir los hinchas de All Boys cada vez que enfrentamos a equipos de las provincias: Córdoba, Jujuy, Mendoza, Santiago del Estero… Tanto en la cancha, como en los foros virtuales, nos toca escuchar, con tono de agravio, “porteños hijos de puta”, “porteños culeados” o simplemente, “porteños”.

¿Es un insulto “en sí” la palabra “porteño”? Claro que no. Pero, como suele ocurrir en las expresiones discriminatorias, el elemento agraviante lo da el contexto.

Vale analizar el conjunto de prejuicios que pone en juego el insulto “porteño”, que evidentemente activa cuestiones vinculadas con la vieja pica entre federales y unitarios. Hinchas de Gimnasia de No Sé Dónde, de la Primera Nacional, darán por sentada aquella historia de que Dios atiende en Buenos Aires. Y como All Boys es de Buenos Aires, concluirán en que Dios atiende bien cerquita del estadio Islas Malvinas. 

Pues no. All Boys es un club porteño, sí, pero definitivamente no goza de privilegios. No podemos compararnos con el poder de lobby de clubes porteños como Boca, River o San Lorenzo.

Y, de hecho, los porteños como All Boys en muchos ámbitos salimos perdiendo en el mano a mano con los clubes de las provincias. Como cuando cuentan con respaldos o patrocinios regionales y/o políticos. O como cuando debemos acatar normativas policiales o de seguridad mucho más estrictas y costosas que las que rigen para los estadios de otras jurisdicciones.

Hermano federal, hermano de las provincias, los de All Boys somos porteños, sí. Pero porteños de clase trabajadora.

lunes, 17 de agosto de 2015

Juan Pablo vs Juan Pablo



Juan Pablo vs. Juan Pablo. 

Rodríguez vs. Carrizo. 

All Boys vs River. 

Los goles se disfrutan porque tienen el valor de la certeza. La pelota ya entró, el árbitro ya lo validó y lo pasado, pisado: nadie va a quitarte jamás esa alegría.

Pero las jugadas previas tienen el dramatismo de la incertidumbre. Pueden ser hermosas, excitantes, dramáticas... y nadie sabe cómo van a terminar. 

Las jugadas se parecen a la vida. 

jueves, 30 de julio de 2015

Señal que te he perdido

Es domingo y voy por un camino de ripio, en algún lugar del campo, sospecho que al sur de Santa Fe. Sé que el Albo está jugando –debe haber terminado, son más de las 18– pero la radio está muerta. Y la conexión a Internet agoniza. No tengo GPS y no me importa: lo que quiero saber es cómo salió All Boys. 

Actualizar. Conectar. Configuración. Apagar. Encender de nuevo a ver si se reanima. Nada.

Jugaba con Estudiantes de no sé dónde, con todo respeto, repaso mentalmente, como si ayudara en algo. De pronto, el camino de ripio se bifurca en dos caminos de ripio: uno va para allá, otro para ahí. 

El teléfono sigue ido, la intriga deportiva crece, me veo obligado a elegir un rumbo. Agarro para ahí.

Hago 20, 25 metros con destino a ahí y, magia, tengo conexión. Busco “#AllBoys” en Twitter y confirmo: perdimos 0-2. 

Nadie me sacará jamás la idea de que elegí el camino equivocado. 

jueves, 23 de abril de 2015

Los colores del héroe

Entre los héroes de Star Wars, Han Solo es el único gil que ni siquiera tiene la Fuerza. Lo conocimos entre chicos superpoderosos, superprincesas enfierradas y monstruos supermarketineros. Vimos gloria y caída de Anakin SkyVader, sufrimos el calvario familiar de Luke, la gran esperanza Jedi, y presenciamos cómo Obi-Wan fue pibe, geronte y fantasma. Sin embargo, el gran héroe es Han Solo: el cowboy inflexible con la china (“Te amo”, le dice Leia; “Lo sé”, responde él), el chanta paranoico que habla con su perro (su wookie), el contrabandista que le zarpa guita a un mafioso anfibio de 600 kilos. En esa galaxia muy, tan lejana, rica en elegidos, maestros y emperadores, Solo no tiene más poder que el carisma. Pero es el que lo tiene más grande.
Los hinchas de All Boys notamos que lleva siempre los colores blanco y negro. Los hinchas de Star Wars aceptamos que es un bad boy que –a veces– no tiene códigos: él dispara primero. Lo hizo en El Imperio contraataca cuando cruzó a Darth Vader, lo hizo en La Guerra de las Galaxias al darle un corchazo láser al mercenario Greedo, lo que motivó el escándalo “Han shot first”, tosco intento de George Lucas por retocar la escena digitalmente, para armar la causa y pretender que Han había disparado en defensa propia.
La nueva prueba de magnetismo fue su cameo al final del segundo trailer de The Force Awakens, esperado episodio VII de la saga. Su aparición fue un estallido online en vivo y en directo para todos los gadgets del mundo y retumbó en toda la galaxia. No veíamos a Solo hacía 32 años, y no sabemos aún qué estuvo haciendo desde El regreso del Jedi, pero se nota que la vivió: por algo esa mirada de Coco Basile espacial.
Y el obligado faltazo a la Star Wars Celebration de Anaheim –Harrison Ford se estroló con su avioneta, Han jamás con el Halcón Milenario– inflamó el mito. Todos los demás, que sí estuvieron presentes (los fans, los actores de Luke y Leia, R2-D2, el inminente robot-bola BB8, el director J. J. Abrams), lo extrañaron.
“Chewie, we’re home”, ya es la línea del año. Es que Star Wars ya había vuelto varias veces. Pero ahora el que vuelve es Han Solo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-7718-2015-04-23.html